martes, 27 de noviembre de 2012

Dejavú




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[Revista Frenesí de Noviembre]


Por Jonas F. Mercado

Entre tanto mientras seguía caminando y la lluvia se hacía dueña de mi ropa, el barro se hacía cada vez más pegajoso. Aunque buscara las mil y una formas de pisar tierra firme, no lo lograba, solamente mis pies se hundían más y más y por lo tanto el barro los rebalsaba en su totalidad.
            Mientras esa lluvia caía incesantemente (yo resignado y ya sin ganas de luchar en vano por no mojarme) empecé a ver que a lo lejos había algo que parecía un puesto de campo. De esos puestos o casas, como quieran llamarlo, que son reservadas solo para los peones… Viejo desvencijado y bastante corroído por los años, parecía estar sin nadie en su interior, así que apure mi paso para poder resguardarme del diluvio.
            Llegando a unos escasos metros, supongo, realmente confirme que no se encontraba nadie dentro. Aun más, la puerta de entrada estaba semi abierta por tanto me precipite a entrar tan rápido como pude. Como lo había predicho era un puesto de campo, su interior lo confirmaba con un aire cálido y en perfecta paz, con una mesa rectangular de madera en el centro; una vieja cocina blanca sobre el costado izquierdo junto a una mesada rustica con canillas y una pileta; unas cuantas sillas desparramadas por doquier y por supuesto que no podían faltar una pava y un mate sobre la mesa...
            Al seguir mi paso investigatorio y viendo desde otro ángulo el lugar, sobre el umbral de una puerta se encontraba acostado un perro, raza de la calle cruza con corriente. Su mirada tierna y fiel hizo que yo lo nombrara sin saber su nombre, él apaciguado junto a mi voz cedió a ladrarme, confirmándome su bienvenida. Atiné a buscar su cabeza con mi mano, mientras bajaba lentamente podía sentir toda mi ropa mojada pegada al cuerpo, sintiendo el frío del agua que corría por las telas. Tan rápido como pude toque al perro, me levante y me saque la camisa que traía, la colgué sobre una de las sillas que tuve a mano y podía ver como el agua corría por toda su superficie cayendo grandes gotas y chorros de agua al piso. También saque mis zapatos y los deje a un costado, saqué también mi pantalón y lo puse en la misma silla donde había dejado la camisa. 
            Básicamente me encontraba semidesnudo, considerando que no me había quitado la ropa interior, así pues sintiéndome tan cómodo fui a prender la hornalla para poner la pava a calentar y preparar el mate.
         -¿De dónde saco fuego?
            Revise a mi alrededor y encontré un pequeño encendedor azul, lo tome y encendí el fuego. Di media vuelta y enfile para la habitación que estaba contigua a todo esto, encendí la luz con la llave que estaba a mi derecha junto a la puerta y fui hacia el armario. Esquivando la única cama que estaba abrí el armario y saque una camisa blanca con finas líneas verticales celestes  y un pantalón gris, mire hacia más abajo y había unos zapatos negros, los tomé, cerré las puertas del mueble y fui vestirme al pie de la cama. Para bienestar mío había un tallón para secarme, hice todo con calma y me vestí con suma tranquilidad. Ya seco y cambiado podía decir que era bastante lindo volver a estar así, aunque la lluvia trajera sus bendiciones.
            Permaneciendo sentado en la cama con los pies en el suelo y mirando la nada, comencé a escuchar el chillido de la pava calentándose lo cual me hizo levantar para evitar que se hirviera. Cruce el umbral y el perro seguía allí tan cordial con su mirada que seguía mis movimientos con poca atención pero firme en convicción. Llegue hasta la cocina y apague el fuego, en tanto la pava disminuía su sonido con ligeros espasmos.
               -Jajá ¡Que estúpido que fui!
Hice una pausa y retomé.
               -¡Tanta tormenta se acercaba y yo sin un paraguas!
            Me sentía un demente lanzando estas palabras al aire sin que nadie, más que el perro, escuchase mi voz.
Tome la pava, acomode una silla y me senté junto a la mesa. Mientras ponía yerba al mate oía el resonar de las fuertes gotas de lluvia caer sobre el techo de chapa, yo sonrojaba porque seguía pensando que era un estúpido lo que había hecho…
                  -Por hoy fue suficiente, la próxima vez salgo con un paraguas aunque haya sol.
            Cebé el primer mate y lo trague con toda mi hombría, estaba fuerte el asunto.
Mientras mi mano cebaba mate mi mente buscaba reparo en mi soledad, se estaba poniendo oscura la noche para ese entonces entraban las cavilaciones y los hondos recuerdos. Aun así seguí sin detenerme en nada y mirando al perro que divertía mi mirada, buscaba en el algo que me diera una respuesta a una pregunta que todavía no había hecho.
              -Estas tan solo como yo amigo, este es nuestro mundo… ¿Verdad?
            No había pensado en decir eso, pero me encontré con que de pronto mi boca se abrió y salieron esas palabras. El perro que mirándome con atención hizo un movimiento inclinando su cabeza, me hizo pensar que había entendido aquello y que daba su razón a la respuesta, cosa que yo no sabía qué cosa era o no verdad. A la par de su mirada sentí mis ojos llenarse de lagrimas que pude contener, pero que aun así las sentía allí presentes.
             -Alejandro, estas solo para el mate parece.
            Mis oídos se iluminaron y voltee mi cabeza hacia donde escuchaba esa voz, miré hacia la puerta y ahí estaba.
            -Seguí que yo también tomo, dale compartimos unos verdes.
           Era ella, simplemente ella. Había vuelto. Su pelo mojado y vencido por el agua se pegaba a sus hombros y a su cuerpo, su vestido amarillo pálido casi soldado por el agua en la piel y su mirada, la de siempre. Dulce, tierna, intensa y llena de vida.
Yo sin nada que decir solo la hermosa tensión de la boca por la sonrisa que me produjo y mi corazón exaltado, le hice un ademan con la mano izquierda para que se sentara frente a mí.
             -Creo que primero tendré que cambiarme-dijo.
            Calló su voz, se quito la ropa y así desnuda como estaba se fue a la habitación, tardo unos instantes y volvió tan radiante como nunca la había visto. Era como si el ángel que habitaba en su alma se hubiera escapado a tornearla más hermosa de lo que siempre había sido.
             -Qué lindo, estas de nuevo aquí- dije.
            Mis palabras salían desde el corazón, eran una especie de confesión.
Ella me miro con los ojos mas penetrantes y perfectos que pudo moldear. Su boca hizo una ligera mueca antes de emitir palabra y dijo:           
                 -Lo ves, siempre estoy con vos.




jueves, 22 de noviembre de 2012

Comienza la temporada: Caras y contra caras de los eventos de moda


Por  Yardhi
Enviada especial

No sé si será de público conocimiento, pero los que saben de moda, empiezan cada temporada emocionados por una sucesiva de eventos y desfiles (algunos exclusivos y otros, no) que presentan cada temporada. Por supuesto, {RF} tenía que estar presente y nos dimos una recorrida por el submundo de los denominados fashionistas.

Antes que nada, es indispensable explicar algunas cosas para comenzar a interiorizarse en la moda: no, no tiene nada que ver con colores, tipos de tela o esa delgada línea entre lo in y lo ridículo, estoy hablando de quienes manejan este mundillo.

En el mundo, los denominados Fashion Week (o semana de la moda) son eventos que, en menos de una semana, presentan a las principales marcas de moda internacionales con sus colecciones acorde a la estación. Las mismas son las que marcan qué es lo que se va a usar, porque ellos manejan la industria.

 Cada semana de la moda, está auspiciada por marcas de lujo (obviamente, quien puede pagar 14 mil dólares por un vestido y puede comprar una camioneta Mercedes Benz). Estos eventos en el exterior son absolutamente exclusivos (léase, hay que tener invitación de la casa de modas hasta para ir) y comienzan en la ciudad de Nueva York, que es la más moderna porque mezcla tradición con nuevos talentos; continúa en Londres, Milán, que es la encargada de la moda masculina, y finaliza en la tradicional y más exclusiva, París.
Por supuesto, otros lugares del mundo fueron emulando estos fashion weeks y nuestro país, que ama imitar lo extranjero, no se quedó atrás, por lo tanto, también tenemos nuestra semana de la moda. Algo que le podemos destacar a nuestros eventos fashionistas es que no son absolutamente elitistas o exclusivos, en su mayoría: hay para todos los gustos y bolsillos.

Yendo por partes: cada temporada argentina, se inaugura el BAFWeek (Buenos Aires Fashion Week), organizada en La Rural y se divide en dos partes; los desfiles por invitación de la casa de modas y el evento público en el cual hay dos entradas: una general en la que para entrar al desfile hay que hacer una cola larguísima, y una más cara, en la que se puede ver un desfile sentada en tercera fila y codearse con los editores de todas las revistas, famosos, modelos y gente que ni idea quiénes son, pero se sacan fotos con todo el mundo.

Entrar en este evento es una mezcla de glamour popular y una incomodidad tremenda. Es decir, hay gente que tiene una energía increíble y te hace sentir súper exclusiva, pero por otro lado están los elitistas con cara de hambre que pasan por al lado como si no debieras estar ahí. Este tipo de cosas se suceden en todos los eventos de moda (desgraciadamente).

Saltando el hecho anterior, el evento está siempre bastante bien organizado: hay stands de las diferentes marcas que auspician (en el último, debo destacar que había varios que los aspirantes a diseñador agradecieron; una marca de zapatos te permitía diseñar tu propio par, por ejemplo) y un showroom# de marcas que no hacían desfile. Personalmente, debo decir que la mejor parte del evento son los desfiles y las diferentes cosas que te regalan, que van desde aspirinas hasta bebidas energéticas y café de mi marca favorita.

En cuanto a los desfiles, concurrimos al de la marca UMA que presentó una colección en la que reinó el fucsia, los colores shokeantes, pero también los pasteles y los beige, todo muy joven y fresco, con prendas muy cómodas para el calor que nos atormentará en verano, pero con camperas de cuero que todavía no logro saber quién puede llegar a ponerse con 40 grados de enero. Los zapatos que presentaron tenían bastante variedad desde los aparatosos en plateado hasta las chatitas y mocasines. A su vez, otro destacado son los bolsos: playeros, bandolera o de cuero, todo en gamas de azules, rojos y coral.

Lo más sorprendente de las colecciones, en general, fue el rosa: donde se mirara, ahí estaba, después de más o menos tres años sin ser utilizado oficialmente. Todo lo demás no fue ningún descubrimiento: los que seguimos de cerca las tendencias, sabíamos que volvían los desteñidos y los flúo.

En cuanto a los trajes de baño, se podrán observar esta temporada los lunares, el plateado y el dorado, el flúo, los colores pasteles y las rayas tanto verticales como horizontales. Habrá diseños para todos los tipos de cuerpo y gustos. Obviamente, podrán ser acompañados por las tan glamorosas capelinas que puestas en la ciudad quedan ridículas pero en la playa se usan bastante.

La siguiente parada de moda, la hicimos en el BAAM (Buenos Aires Alta Moda), un evento de alta costura al que sólo se accede por invitación. Allí pudimos ver la colección de Christian Lacroix (tienda internacional que marca tendencia), marcada por los rosas muy llamativos, colores nude o crudos, vestidos bellísimos con telas vaporosas y los hombres vestidos de colores pasteles informales, válidos hasta en noches de gala. También se destacó la cantidad de piel que se veía: muchísimo escote y espaldas al aire, siempre con elegancia, algo distintivo de la marca.

La experiencia en este evento no fue tan grata como en el BAF, el hotel en el que se desarrolló el evento no sabía (o no quería, si se me permite sospechar) dar información y quienes organizaban el mismo clasificaban como la gente más elitista y esnob# vista en la Tierra. El desdén y las caras que ponían cuando se les consultaba algo era bastante desagradable. En resumen: el desfile fue una belleza y muy puntual, pero la atención dejó bastante que desear.

Para concluir, es importante siempre sentirse bien: todo lo que uno se ponga, luce mal si uno se siente así o si estás mal predispuesto para los demás; eso es lo que se puede sacar como aprendizaje al ir a este tipo de eventos.

Del N° 2 de octubre

La verdad no existe


Por Caro Leguizamon

Creo que estamos en un mundo donde la verdad no existe. Donde la gente se dice sólo lo que se quiere escuchar. Cuando sos chico te enseñan que mentir está mal y creces mamando a tu mamá diciéndole a tu papá que lo ama, cuando por las noches escuchas que en realidad no.


La gente te dice lo que es mejor para el momento por el que estás pasando, pero ¿está mal eso? Es decir, estas en una relación en la que sos capaz de perdonar la infidelidad, pero tu imagen exterior no te lo permite. La gente te ve como alguien que no puede aceptarlo, entonces rogas porque no te lo diga pero le pedís que sea sincero.


Le revisas el teléfono buscando una verdad que sabes, te va a doler. Entonces ¿para qué la buscas?


La vida es más fácil con la mentira en puerta. La gente vive más feliz mintiéndose. No estamos preparados para vivir en una realidad tan sincera. Pero en todo caso lo que está mal es juzgar, o mejor dicho, no entender que los demás juzgan según su criterio. Según la vida que para ellos esta bien.


Pero lo único que importa en tu vida, es tu criterio. Pero la verdad, decir siempre la verdad hace mal. Terminas siendo mala persona, dejas de ser sincera. Cuando sos frontal y decís lo que pensas, es ahí cuando te catalogan como reacia o agresiva.


Lo primero que te dice la gente es: "A mí me gusta la gente sincera". Y ya te está mintiendo. Si alguien, un amigo, viene y te dice que no tiene ganas de hablar con vos porque le callo como el orto lo que dijiste. Te vas a enojar, te va a herir, te vas a sentir una basura, lo vas a querer mandar a la mierda y vas a decir que es histérico. ¿Qué tan malo puede ser decir lo que uno siente cuando lo siente?


Por supuesto que la próxima respuesta va a ser, no es lo que decís, sino cómo lo decís. Pero, ¿yo se cómo se lo tengo que decir a cada persona que conozco?... ¿Cómo hago para que entienda lo que quiero decir y no malinterprete las palabras, el tono y lo no dicho?...¿Cómo hago para sentir que puedo decirle cualquier cosa a cualquiera que total, va a estar todo bien?


Pero entonces me pregunto, si el otro me dice algo que yo no quería escuchar, como puede ser: "ya no te quiero como antes". Automáticamente voy a tratar de transformar las palabras para que terminen diciendo: "mis amigos me convencieron de que la soltería es mejor, disculpame yo quiero seguir estando con vos, pero los pibes son los pibes". ¿Cómo hace el otro para que yo entienda lo que él me quiso decir y yo no tergiverse las cosas, es decir, adapte a mi experiencia de vida las palabras, el tono y lo no dicho?


Claramente la verdad a veces, no es la mejor respuesta. O por lo menos, la verdad con pocas palabras. Y volvemos a lo mismo, ¿cuándo mentir esta bien?, ¿cuándo decir la verdad esta bien?


¿La sinceridad es una forma de seguir manteniendo adentro mio una forma de poder lastimarme sin darme cuenta?... Yo pido sinceridad, pero ¿a mi misma, me la digo? Trato siempre de tener los pies sobre la tierra, trato siempre de palpar la vida misma, indagándome a mi misma sobre la vida.


Actúo de forma inadecuada según la gente que miente y dice querer la verdad. Pero ¿quién soy yo para andar tirando verdades en las narices de alguien?... Si la gente no la quiere escuchar, ¿para qué lastimar a la gente con mi naturaleza bruta?


Es absolutamente verdad, que me miento cada vez que me duele. Es real que me digo que todo va a estar bien cuando se que falta para que eso pase, porque no me creo. Porque se que me estoy mintiendo para poder sonreír. Entonces si te mentís, eso... ¿está bien o está mal?. En fin estoy haciendo lo mismo que el resto nada más que sólo me miento a mi misma, para creer que estoy rodeada de gente que miente y no quiere escuchar la verdad, cuando sólo yo soy la que se miente y no soporta a aquella gente que no lo hace. Que puede vivir su realidad.


Pero ¿es verdad eso u otra vez, otra vez me estoy mintiendo? ¿Estoy creando una duda sobre mi misma para estar un poco más conforme con el mundo en el que me toca vivir? ¿De verdad estoy manipulando las palabras de los demás a favor de mi beneficio emocional o simplemente estoy siendo más cruel conmigo misma?


Entonces, no sé si quiero escuchar la verdad de los demás. Entonces, no sé si en ese momento quise escuchar de tu boca: "no siento las mimas ganas de estar con vos como antes". En ese momento, sólo buscaba un abrazo y que te cayes y que me mientas. Y que me digas que estabas confundido porque tus amigos te estaban dibujando la realidad, pero que simplemente me querías con vos.


Aunque no creo que hoy te quiera al lado mio.


Exijo las cosas de frente, sólo eso pido, para poder explicar cual era en realidad mi objetivo con esas palabras, poder disculparme y tener otra oportunidad para no lastimar. Que en fin es eso lo que busco cuando digo la verdad.


"La verdad duele menos que la mentira"...


Esa frase, eso me lo dijeron una vez, sólo una vez basto para que yo no quiera volver a mentir. Me puedo dar el lujo de jactarme de manipuladora de la verdad cuando era aún más joven e inexperta, sé que lo sigo siendo, y es por eso que no sé si lo que hago está bien o está mal. Decir la verdad cuesta caro, es un juego del que cuesta salir. Ser falsa como todo el mundo, hipócrita, eso no cuesta, pero en tus valores interiores es ahí donde te espera la factura. Es ahí cuando el dolor se incrementa porque te vas viendo cada vez un poco más sola. Cuando entendes que a la gente no le gusta la verdad porque vive bien en su mundo de fantasía.


Estuve mucho tiempo creyendo en la gente, y siempre dudando. Hoy no dudo. Hoy sólo escucho lo que me dicen y espero sinceridad. Espero eso que doy. Espero que la verdad duela menos que la mentira. 



Del N° 2 de octubre

Ser un gamer


Por  Zeky Gimenez


raveyhips.blogspot.com.ar


Cada vez más personas utilizan los videogames para pasar el rato. Durante muchos años, los gamers fueron criticados. Hoy vienen incluidos hasta en los celulares. 

    Gamer. Alguna vez te criticaron, te llamaron antisocial o que no tenías vida. Te gustan los videojuegos o videogames.  Desde chiquito te criaste con Mario Bros. Al poco tiempo conociste el Winning Eleven. De grande conociste el League of Legends. 

    Les rogaste a tus viejos. Pasaste tardes y noches enteras en lo de un amigo. Juntaste moneda por moneda, el dinero para poder comprarte esa consola que tantos años te ayudaron a pasar el tiempo. Te encerraste en el cyber a pesar del calor, el olor, el dolor de cabeza. Siempre dijiste presente. Vos sabés quién es. Lo reconoces. Aunque por ahí te equivoques.

    Dentro del mundo gamer existen diferentes tipos de jugadores que se distinguen según las preferencias de acuerdo a las consolas o plataformas. Hay quienes eligen la Play Station (PS), X-Box o la computadora, entre otras.

    “La computadora es de donde parte el diseño de las consolas, del software en general”, relató Gonzalo, confirmando su preferencia. 

    Dentro de ellos, se destacan quienes se autodenominan “pros”. Son los “snobs” de los games. Insultan y critican a los nuevos (“noobs” o novatos) y a los usuarios casuales.
   
 La ciudad de La Plata no es un caso aislado en relación al universo de los videojuegos. La llegada de internet, primero a los cyber cafés y luego a los hogares en forma masiva, permitió la apertura e inserción de aquellos que criticaban a los usuarios diarios.

    Hoy en día, existen convenciones y eventos de participación para aquellos amantes de las consolas. Tal es el caso de la C.G.C Connection que se realizó el mes pasado en la ciudad, donde coincidieron cientos de personas, entre ellas curiosos que querían experimentar en carne propia el ambiente.
   
 Un gamer platense, reconocido como tal, expresó que los videogames “son un escape a la realidad, como cualquier adicción”. 
  
  Más allá, o quizá menos allá de eso, significan una forma de divertirse, de pasar el rato, de interactuar con otros usuarios. Jugando con alguien al lado o a través de internet es una manera de relacionarse.
    
José, amante de los juegos para computadora, dijo que “eso es una generalización. Siempre hay excepciones”.

   Lucía, estudiante de Psicología de la UNLP, evidenció que “depende de la personalidad del gamer, de su introversión o extroversión. Muchos juegos realizan encuentros masivos de gamers donde se conocen, comparten fiestas, hacen torneos. Socializan”.
  
  Por más que los gamers sean criticados, todos alguna vez hemos jugado a algún videogame. Hoy en día hasta los celulares vienen con juegos incorporados. 

    Empezando por la vieja Nintendo o el Family Game (Contra, Mario Bros); después con la plataforma Sega (Mortal Kombat, Sonic); o la computadora (Carmen, Age of Empires, World of Warcraft). Porque nos enfurecimos cuando nos trabamos en algún nivel o perdemos vidas. 

Porque invertimos dinero en ellos pero no nos defraudaron nunca. Porque nos hicieron compañía. Por todo eso. Salud, gamers.  


Del N° 2 de octubre

Redefiniendo Roles (O Que Nos Dejo la Conferencia de Cristina en Harvard)




Por Anselmo Valdez




Escucho a varios estudiantes de comunicación despotricar por los dos lados, a favor y en contra. Los oficialistas ningunean: "Esas fueron las preguntas de los estudiantes de la prestigiosa universidad de Harvard? Esa es la prestigiosa formación  Cristina les cerro el pico a todos con sus respuestas." Desde el otro lado no faltan quienes se amargan diciendo "Que manera de esquivar las preguntas!"


Confieso no haber visto la conferencia entera, y no viene al caso si me parece que fue esquiva o no. Es la cuestión teórica de fondo que me intriga.

Un compañero/colega me dijo una vez "que la política comunicativa del gobierno lamentablemente es gracias al media coaching". Por ese medio periodistas enseñan a políticos a abordar situaciones polémicas y poder salir airosos. Así esquivan preguntas haciendo puentes con cuestiones que pueden tratar y demás.  Eventualmente eso llevo directamente al silencio de las preguntas por parte del político al periodista (y en cierta medida una eventual falta de insistencia del ultimo). Y desde esta doctrina del atril se dejo de lado al intermediario.

Mis ideales me llevan a pensar que con las redes sociales la idea es fantástica. Que el pueblo tenga un acceso sin intermediarios y que interprete lo que quiera de lo que el gobierno publica. Pero la cuestión peligrosa del asunto es "¿que se publica?" y su obvia contra parte "¿que NO se publica y DEBERÍA publicarse?" Y ante un pais cuya política educativa fue ignorada por izquierda y derecha ayer y hoy, con su correlato concreto en el día a dia, "¿QUE interpreta la gente?"

La política comunicativa del gobierno redefinió el rol del periodismo pareciera. ¿Nos relegará al rol de simples comentadores sentados en las tribunas populares de cada lado de la cancha en este partido que es el dia a dia? Y si ese es el rol que ha de tener el periodismo moderno, cual va a ser su respuesta?



Nota perteneciente al N° 2 de octubre