domingo, 22 de abril de 2012

Religión



Mas allá de mi escepticismo y el incontrolable impulso de tener que cuestionar todo (y todo es TODO), en todo momento y a toda hora (por qué, por qué y por qué), hay cosas tomadas ya como hechos. "Es así y punto", es lo que te dicen cuando intentás poner en duda tal tema o hecho. Quizás por el afán de molestar es que sigo interrogando (siempre que tenga argumento, obviamente) hasta llegar al punto máximo del nerviosismo ajeno mientras me río por dentro. No es tan difícil defender un punto, sólo hay que estar seguro de lo que estás defendiendo.

Uno de los casos más comunes donde suelen generarse estos debates es cuando se toca el tema religión y otras cuestiones similares. De por sí, la Biblia parece un libro de fumados (ojo, sin faltarle el respeto a nadie, por más contradictorio que parezca) y te están hablando de que perdimos el paraíso por una manzana, te dan a entender que en aquella época eran todos unos ignorantes ilusos mediocres (no cambiamos mucho, eso es verdad), que fueron capaces de condenar a nuestro propio salvador, entre muchos otros delirios que cuando intentás cuestionar te responden con un "es cuestión de fe". Estoy de acuerdo en eso de que si vemos, creemos; y es un desafío creer sin ver, pero no nos pasemos...

Hoy en día contamos con la iglesia universal (y algunas otras más) que jura y re contra jura que te van a sanar de cualquier mal que tengas (incluso si éste es financiero, van a sacarte lo poco que tenés así no tenés que seguir con miedo a perderlo) y te van a convencer de que tenés demonios adentro, mas ellos solos son capaces de expulsarlos de tu cuerpo. Es todavía más interesante porque logran que un grupo (no tan reducido como yo creía) se trague el verso y vaya cada noche a ¿"invertir"? su tiempo ahí.

La Iglesia Católica hace algo parecido pero a su manera y de un modo no tan... explícito, por así decirlo. Ellos te pasan la canastita y es a voluntad la colaboración, pero juegan con el miedo. Después de estar escuchando decir, durante una hora (quizás más), que si no sangras hasta la última gota por amor a tu salvador, claramente, te vas a ir al infierno y vas a pasar no sé cuántos tormentos por el resto de la eternidad, pensás que un par de billetes no son nada comparados con todo lo que te espera si no dejás ni un mísero centavo. Aflojás y bueno, terminan saliéndose con la suya. No digo que la plata esa no sea destinada para lo que dicen que la van a usar, pero es un poco egoísta de su parte.

Algo similar es lo que pasó con la polémica "Pasión de Cristo" (no es por nada pero Mel Gibson hace películas más sangrientas que Tarantino, peor aún es que se las toma en serio: ya da miedo el tipo). La historia la conocemos todos y, cuando se vio reflejada en esa película, se escandalizaron todas las religiones habidas y por haber. Incluso, los católicos se horrorizaron hablando de lo "explícita que era" pero cuando la cabeza de la Iglesia, que en aquel entonces creo era Juan Pablo II (corríjanme si me equivoco), aceptó el film, se tranquilizaron unos y se alarmaron otros.

Quedó todo en nada, la movie se exhibió igual y no se paraba de hablar de ello. Una vez más, prueba del egoísmo católico, si el Papa la acepta, la tenemos que aceptar todos. ¡NO! (Apoyo la libertad de expresión: la película tenía derecho a salir a la luz pero no por su decisión). Por otra parte, también está la realidad única e irrefutable de que aquel hombre murió por nosotros y tenemos que hacerlo parte de nuestras vidas; ahí mismo en la movie te muestran qué te va a pasar si no lo creés así.

Tal vez en estos tiempos haya TANTA libertad verbal (tan desmesurada que no la saben usar y hablan gansadas constantemente) y se dediquen a hablar mal de todo este tema que es más que extenso y se podría debatir por horas, horas y horas y no llegar a nada, porque es realmente impreciso. Una cosa es verdad: hay algo "superior", llámese como quieran llamarlo. Quizás sólo un ente, quizás un Dios, incluso el mismo Diablo. No tenemos por qué tragarnos lo que una comunidad (grande, chica, mediana o de tan sólo dos personas) quieren que creamos a fuerza de miedo. Pero tampoco es cuestión de tirar abajo la creencia sólo porque sí.

Ni vos vas a ser mejor persona por "creer" ni yo peor por "no creer". Verdades absolutas no existen pero sí el respeto a lo que cada uno decide valorar o dar cierta importancia. Siempre y cuando no intenten metérnoslo hasta por donde no se puede y bajo amenazas constantes o se haga muy obvia la organización lucrativa que está detrás. No para todos la solución es la fe y puedo ser devota hasta de un escritor si así lo quiero, y no necesitaría una religión respaldándome.

Quizás sólo sea cuestión de mirar al exterior y darse cuenta de que tenemos derecho a elegir en qué creer sin que nadie nos condene por ello.

Por Daniela Gilreath

Crisis cumpleñera



Cumplir 19 años es medio garrón. De por sí, cumplir años no está bueno una vez que alcanzaste la deseada mayoría de edad, pero el número 19, particularmente, me da mucho miedo. 

La gente dice que la crisis se da cuando cumplís las dos décadas, pero para mí no es así. Los 19 son un aviso, es como un "pará boludo, ya no sos un pendejo, empezá a ponerte serio". Es como un freno zarpado venir de los 18 para pasar a un número que ya empieza a denotar cierta adultez y madurez.

De todos modos, siempre tendré problemas con todos los números porque soy una quejosa crónica. Y es que el simple hecho de cumplir años es una cagada. La gente pide que lo festejes, y si no lo festejás sos una ortiva. Para festejarlo tenés que poner casa, plata, comida, juntar gente que nada tiene que ver, invitar a los/as novios/as y cuidarte de no invitar a ningún ex de nadie.

A mí me gustaría saber qué clase de festejo implica ser anfitrión en la propia casa. Si es mi cumpleaños, servime un Fernet y haceme masajes en los pies. ¡No me pidas que te traiga una Coca!
Por Melina  Jakubowicz


Comienza el otoño, se vino el frío. ¿Y ahora?


El comienzo del otoño nos trae molestia en varios aspectos de la vida: hace frío, después calorcito, iniciamos las actividades cotidianas, pero si de algo podemos quejarnos es que no sabemos cómo vestirnos.

Los que salen a la mañana temprano son totalmente conscientes del frío que te hace decir “¡VOLVÉ VERANO, TE PERDONAMOS!”, aunque la realidad es que se terminó. No quiero ser pesimista, pero tenemos que adaptarnos a esta nueva realidad y saber cómo lograr arreglarnos para cumplir dos objetivos:
1)   No enfermarnos en el inicio, porque después no te recuperas más, y pasar todo el invierno en cama, enfermo, no está bueno.
2)  Sentirnos cómodos y con un look “adaptable” para salir a la mañana preparados para cualquier eventualidad climática.

En esta ciudad no tenemos excusas, porque desde hace unos dos años aproximadamente, tenemos una movida de diseñadores independientes fantástica. El hecho de que los bares, restaurants y pubs hayan ido organizando espacios denominados ferias de diseño, para fomentar la industria local, es una movida excelente porque hay gente dedicada a la indumentaria y a los accesorios que son muy buenos, pero no tienen la infraestructura para poner un local. 

Por lo tanto, puedo tomarme el atrevimiento de recomendar a quien sea, tomarse el sábado o el domingo a la tarde para recorrer alguna que otra feria en busca de alguna camperita de hilo, un saco de gabardina color neutro o algún accesorio para regalar. Hay estilos y colores para todos, desde los clásicos negro y gris, hasta los arriesgados rojizos, amarillos, anaranjados e, inclusive, blancos (un color a veces excluido de la paleta invernal, pero que a muchos les gusta), pasando por botas altísimas, chatitas tipo bailarina, polleras largas, cortas, sombreros y hasta algún que otro short de jean.

Pero seguramente usted, joven caballero, persona que odia ir de compras o que manda a su mamá a comprarle remeras porque le da "fiaca" ir hasta el centro (que no te dé vergüenza, ¡la mayoría de los hombres lo hacen!) y probarse mil remeritas de marcas carísimas -que para vos son iguales y del mismo color-, también tiene una opción: hoy, con las redes sociales y la sección shop de las marcas de ropa, no necesitás salir de tu casa. Pero, siendo realistas, a los hombres (no a todos) les es difícil decidir, porque para ellos da todo lo mismo.  

¡No nieguen la realidad! Estar bien vestido les hace sumar puntos en muchos aspectos de la vida, la clave está en verse ordenado y limpio, por lo cual les recomiendo que si tienen barba o pelo largo, traten de que se vea arreglada, porque desgraciadamente vivimos en una sociedad que se guía por las primeras impresiones, por lo cual este es el principal consejo que quiero dar. 

Respecto a la ropa (basándome en el otoño, obviamente), debo decir que lo principal es conseguir una mochila multiuso para tener una campera ligera a mano y, por supuesto, las llaves, documentos y demás cosas que necesites, aunque seguro estarás pensando que con  los bolsillos del pantalón basta. No es así: queda bastante feo tener los bolsillos llenos, así que una mochila es lo más masculino y útil a esta altura de la temporada. Podés elegir una informal color negra en tela de lona, cuadrillé, de gamuza, deportiva o, si te querés arriesgar un poco más, una bandolera de cuero ecológico color camel o suela.

Hay millones de opciones y buscando en Internet podés ver muchas, incluyendo unas que ahora quieren entrar a escena: se cuelgan de un solo hombro y son casi iguales a las mochilas clásicas. En resumen, las claves para el inicio del otoño, tanto para hombres como para mujeres, son mirar el pronóstico la noche anterior (por si las dudas llueve), un buen abrigo para la mañana temprano y una mochila o bolso tamaño mediano para la tarde.

No se necesita gastar mucho para estar arreglado/a y cómodo/a, porque siempre podemos encontrar una opción más barata. Por eso hay que mirar mucho y con un buscador a mano, no tenemos excusas. En fin, hay que dedicarse una tardecita por mes o, si sos un poco más detallista, un día a la semana, para fijarte cómo vas a adaptarte al otoño. 

Por Yardhi Abu Aiach

40 minutos de viaje y ninguna rubia



Siete de la mañana, Camino General Belgrano, bondi, Talp. El peor para viajar a esa hora. Con suerte, viajás parado y apenas cómodo. Viajábamos con la cara contaminada de sueño, repugnaba ver a la gente así, por eso, sólo pispié para ver si encontraba alguna cara linda; pero nada, ninguna rubia que entretenga el camino. Sólo miradas apagadas como amortiguando la luz del Sol. El bondi batía nuestras cinturas y, hasta ahora, la rutina era normal, no había prendido el mp3 porque estaba buscando el momento.

La mañana es tajante como la afeitadora a la piel: depende de cómo se transite, te puede irritar, te puede cortar. Lo mejor es entrar en el baile y sonreír sin disimulo, apretar el play y darle alegría a nuestra alma; en este caso, donde el viajar es austero, como festejando que la vida cumple años, lo que hace que la música nos aproxime al placer de escuchar en nuestro cabernoso oído, aquel ruido que proviene de nuestros aislantes sociales.

Sin embargo, no hay tarjeta que pague por ese precio: la felicidad se mide por pequeños momentos, y yo disfruto de cada uno de ellos, como cuando subís al bondi abarrotado como sardina y no importa cómo, dónde ni cuando te vas a sentar. Y allí, justo, cuando te acomodás para el calvario, el chofer que parece indiferente. una persona falta de sentimientos, generalmente con mal humor, de pronto se vuelve tu mejor amigo y pone el mejor CD del mundo: "Verde paisaje del infierno", "Labios de Seda", de Los Piojos. Y tu cara irradia felicidad hasta por los dedos, que prometen no parar. 

Gracias Dios por este buen comienzo de semana.

Por Nehuén Paulucci

Agridulce, te quiero



Quisiera comenzar este escrito con una pregunta indispensable: ¿quiénes de ustedes no ha tenido, alguna vez, en cualquier capitulo de su vida, algún "amor no correspondido"?

Sé muy bien que si nos sinceramos, todos hemos sido protagonistas de una novela semejante. Nadie se salva de ésta. O quizás, fuimos sido testigos de la de un amigo muy cercano. La mayoría hemos sido víctimas inevitables. Digo así porque nadie elige de quién caer locamente enamorado, de quién depender constantemente, de quién pensar o decidir quién será el que te "vuele la cabeza". Como nos consuela el más grande Cronopio, Julio Cortázar, cuando en su libro Rayuela dice: "...como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio...”.

El amor no correspondido es un amor unidireccional, es no-recíproco, es amor-admiración, es una mezcla con un amor platónico, un revoltijo de alegría, exaltación, incertidumbres infinitas, desesperación y tristeza inagotable. Es morirse de las ganas de hacer todo con la persona X y morir en el intento de llegar a hacerlo realidad. Es no sentar cabeza nunca porque aquel pibe o aquella piba están sumamente idealizados.

¡Sí, esa es la clave de la cuestión! Porque resulta que para nosotros son el rey y la reina sin corona de nuestro mundo, son el foquito que da luz a todo lo demás, la primera carita en que pensamos cuando escuchamos esa maldita canción cursi y asquerosamente repetida por todas las radios -y por nosotros mismos, inclusive-. Porque claro, de repente, al señor o a la señorita se le ocurre algún día porque sí- saludarnos, decir nuestro nombre, así al paso, sonreírnos porque estábamos ahí parados cerca de ellos y nos decimos para nosotros mismos: Listo, ¡le encanto!, seguro que estuvo pensando en mí últimamente.

Perdón, no busco ser la aguja que te pinche el globo pero, también, sé que en alguna esquina de tu inconsciente estás al tanto y sabés que no recibirás un mensaje de texto sorpresa, donde te confesará su amor insostenible, o no es el tipo de amor en el cual recibirás una flor o un chocolate de esos que se dividen en dos y te trae un "poemita" como un plus de romanticismo. Pero bien, uno se la banca. Sabe qué juego está jugando y sabe que soportara todo en nombre del amor, en el nombre de él/ella. En este amor no habrá desilusiones: no existen los cuernos, los desgastes, las excusas baratas.

Sólo unos muy pocos lograrán tener la suerte de llegar a un peldaño más arriba. A ser algo. Muy pocos vivirán la gloria de encontrar la última pieza del rompecabezas y estallar de alegría. Pero, igualmente, quédense tranquilos, que las historias color de rosa no existen. Las películas con parejas perfectas, de ensueño, nos muestran sólo un momento de la relación. Todos tienen sus debilidades, sus desencuentros, sus imperfecciones.

Lo más sano para todos los que padecen y aman un par de ojos que no nos devuelven la mirada, es no entregar toda nuestra energía, todos nuestros latidos a quien no gasta ni un solo instante en pensar en nuestra cara. Usemos aquellas ganas para abrir otras puertas. Para encontrar otras primaveras. Aprendamos a observar con todo el sentido de la palabra. Porque seguramente exista esa otra persona que se esté volviendo loca por enamorarte. 

            Hay dos misiones en nuestras vidas: sobrevivir, y ser amado.

Por María Victoria Bríccola
http://siempre-empezoallover.blogspot.com/

Anecdotario del boliche platense


Es sabido que cuando una llega al boliche, la primer parada es, sin dudas, el baño. Para chusmearte a vos misma en el espejo y ver en qué estado llegaste después de la previa o de la caminata, sobre todo, si eran más de cinco y no las quiso llevar el forro del taxi. Más allá de esa primer instancia, cuando alguien experimenta la noche platense por primera vez, lo primero que tiene que tener en claro es que la pregunta por excelencia en los boliches de la ciudad, difiere con los del resto del mundo: por lo general, antes que tu nombre, los chicos te preguntan "¿De dónde sos?".

Respecto de las especies que pueden encontrarse, debemos decir que los platenses son de lo más chamuyeros, debe ser que poseen ese encanto de no ser ni porteños ni del interior. Estos chicos tienen un sinfín de estrategias para conseguir que las femeninas compartan una pieza del más fino reggaeton con ellos y, en el mejor de los casos, conseguir un par de teléfonos.

Algo que hacen últimamente para asegurarse de que les das el número correcto (los hombres de a poco aprenden) es agarrar ellos mismos tu teléfono, marcar su número y hacerse a ellos mismos una "perdida". Si el pibe es un asco, no permitas que haga tal cosa, decile que te robaron el teléfono o que lo dejaste en la cartera de una amiga que se te perdió. Si no, vas muerta. Me pasó una sola vez pero me sirvió de experiencia, hace casi un año que estoy con mi novio y el chabón me sigue mandando mensajes como "hola linda, ¿qué hacés tanto tiempo?" y eso que nunca recibió respuesta. 

Y ahí va otra cualidad de ellos: son tremendamente persistentes. Algunos incluso llegan a chamuyarte más de una hora si no tenés a tu amiga copiloto que te lleve al baño de urgencia, para deshacerte de semejante plomo. Los peores y más insistentes son esos que hasta se ofrecen a acompañarte a vos y a tu amiga al baño, como para que no te le pierdas. Por lo general, los inteligentes dan la batalla como perdida cuando "vas al baño". Desafortunadamente, hay algunos que no.

Existen hombres que se quejan de que a veces las mujeres se hacen las mojigatas, cuando en realidad somos altas perras, pero son ellos los que mandan a sus amigos a preguntarnos si no pueden bailar con nosotros, y ahí es cuando se da otra de las peores cosas que pueden pasarte en el boliche platense. Vos, vestida para matar, ves a un individuo de sexo masculino que se parte solo, y cuando finalmente se te acerca, te dice al oído: "Che, mi amigo, el de allá, se muere por bailar con vos. Daaale, una sola vez". Y, cuando mirás, en el mejor de los casos te puede pasar que sea el tímido del grupo; en el peor, que sea hombre de manos mojadas o transpiración intoxicante. Y vos buscás la manera más educada de decirle que no, mientras tanteás el terreno para ver si él esta dispuesto a bailar con vos.

Los chapes antiguos son una posible realidad si siempre frecuentás el mismo lugar. Me ha pasado que una amiga se me acerque y me grite al oído ¡A ese tipo lo conozco!”. Y cuando él la ve y empieza a caminar en nuestra dirección, ella me agarra del brazo y me lleva bien lejos de ese hombre. Si te encontrás con un chape y no podés huir, por lo general, tendrás que comerte una secuencia de reproches que intentan ser seductores en forma de ¿Por qué no me llamaste, preciosa?”. Exasperante.

Además de hombres en demasía, el borracho que se encara hasta a las paredes, la parejita desenfrenada del sillón, el grupo de amigas que se alternan para sostenerle el pelo a la borracha de turno, los fumadores sociales, las minas que bailan con los tipos por un Gancia con Speed y el despelote que significa dejar tu abrigo y tu maxibolso en el guardarropas. El boliche platense es un must de la ciudad, que vale la pena visitar, aunque tu mayor expectativa en la vida sea matar al taradito que canta ai se eu te pego.

Por Rocío T.

El enamorado y Satanás



Se cansó de tener que pedir explicaciones y se marchó. A las explicaciones las necesitaba, pero ahora necesitaba un cigarrillo. Sacó uno, el último, del bolsillo. Lo prendió algo temblando por el frío o por la violencia de la situación.

Hay que decir que lo violento de la situación fue que ella estaba tranquila y él, abrumado, desbordado, desorientado, y hasta perdido, convencido de que la mujer que estaba frente a él, a la cuál sometía a interrogativos que ella no contestaba, no era la mujer que tanto amó, y peor, que tanto lo amó a él. Pero ese convencimiento era un convencimiento irreal (como el de un loco que está convencido de ser San Martín).

Ella era ella, él era él, y el otro tipo era el otro tipo. Y encontrarse los tres en una misma habitación era el colmo, era lo absurdo del universo, la comedia y la tragedia, todo un horror digno de una novela barata. “Si al menos yo no hubiese reaccionado como el protagonista de la novela barata, carajo”, pensó, mientras cerraba los ojos para no tener que ver el humo del cigarrillo, que era azul y fantasmal, y se confundía con una posible emanación o representación de sus pensamientos.

Miró el puente y se horrorizó al no saber por qué justo después de ese momento había decidido salir corriendo (corriendo, eso era lo peor) hacía el río. Como un impulso, como un instinto de salvación. Sin embargo, el impulso no lo llevó a tirarse: sólo lo dejó ahí petrificado, fumando y contemplando el río, a oscuras y con un frío de puta madre.

La entrega y la pobre devolución lo desilusionó. No le importaba que ya no viera su cara o que no sintiera su piel, le molestaba (como siempre) la traición, el ocultamiento de la verdad por cobardía. La infidelidad no es otra cosa que eso. Ojos que no ven, corazón que no siente, che.

Pero allí estaba el río como desafiándolo, como preguntándole si él podía llegar a ser el héroe Sísifo, si podría levantar la roca aún estando consciente de que es inútil, porque volvería a caer (este hecho no era una de las tantas veces que la roca había caído), o si era capaz de la estupidez o inteligencia (qué línea delgada las separa) de entrar en el río, hundirse, escupirle en la cara a la vida, diciéndole “no me importás un carajo, regalo divino, mirá lo que hago con vos”.  

Pero no era sólo por una mujer: era por él, por lo que se había convertido. No la culpaba: no se puede estar con un hombre de su perfil. Analizó las opciones y eligió no suicidarse, más vale malo conocido que bueno por conocer. Ahora se iba a sentar en la plaza, pateó una piedrita, cayó en el río, se imaginó a él cayendo allí y, de nuevo, la idea del Aqueronte se hizo tentativa. Pero no, en las profundidades húmedas del agua y la muerte no se disfruta tanto como en la plaza principal, viejo. 

“Lo mejor sería ir a escuchar alguna banda musical, de pobre fracasados como yo, y ponerme a escuchar. Son fracasados pero, aún así, son mejores que yo: yo escucho, me siento, y ellos allá arriba. Qué posición formidable la de arriba de un escenario: superioridad sin objeción y sin culpa.”

Entró en un bar que no conocía, triste, lúgubre. De lejos vio un tipo que parecía un empresario de mucha guita, de cerca notó que era el mismo Satanás. Igual, no había mucha diferencia.

- Nos volvemos a ver, Mariano. Una copa para mi amigo, una copa de…
- De whisky. No me digas che, esto de la piedra me tiene mal.
- Se cayó otra vez, ¿no?
- En un cuarto de hotel. Uno grande, musculoso, cara de tonto, con poca calle y mucha falopa.
- Ah, las mujeres, Marianito. Las creamos yo y el de arriba, antes del destierro, viste. Él les dio muchos dones. Yo sólo necesite darles uno para que se convierta en el mejor y en el más usado.
- La belleza.
- No querido, el engaño. La licenciatura en engañar, viejo.
- Qué lindo trabajo fue el tuyo. Las de almas que habrás colectado por ellas. Ninfas chupasangres.
- El amor eterno de una mujer. No hay tonto poeta que no ceda su alma por eso.
- ¿Y al revés?
- No, el hombre es el único ser tan estúpido para no entender que para el triunfo en el amor sólo hace falta bailar bien. Hasta algunos animalitos lo saben. El pavo real no, a él le basta unos buenos colores. Qué animal ese.
- Hermoso. Como lo era ella, amigo. Brindemos. Lástima que yo no tengo colores.
- Y que ella no es una pava. Mirá, si lo deseás tanto, me pongo formal y te ofrezco su amor. Tu alma después de tanta filosofía no vale mucho. Entendelo como un favor mío, porque en realidad es una estafa.
- No, gracias. El amor no es eso. No puedo serlo, tiene que ser otra cosa. Aunque no lo sé.
- Que sabrás vos, cornudo. Recién en el río se te cruzó algo por la cabeza. Eso es regalármela, no vendérmela.
- Nos vemos che, tengo que ir a olvidarme de ella. Olvidar es un trabajo horrible, de eso vos sí que no sabés.
- Quedate a escuchar un tango, querido.
- Otro día, ando apurado.

Por Facundo Fagnano
http://nuestrospensamientosff.blogspot.com.ar/ 
Facundo está terminando el Polimodal, para recibirse de Bachiller en Comunicación.

De soltera a solterona





Cuando una está soltera y pasó los 23, el supermercado puede ser una experiencia devastadora. En principio, porque toda ida al supermercado implica una peregrinación. No importa cuánto quieras comprar, finalmente siempre lleva una hora: los productos están lejos, la gente deja el carrito en los pasillos y las cajeras son lentas. En segundo lugar, porque ir al supermercado es una dura caminata por un mundo para dos: envases familiares, ofertas 2 x 1, promotoras de "Tiempo Compartido" y paquetes de un kilo.


Así y todo, las compras son un infierno por otra razón. Está científicamente comprobado que en el supermercado, la soledad de una mujer es directamente proporcional a las probabilidades de toparse con una joven pareja de compras. A mayor soledad, mayores chances. Quieras o no, vas a terminar estacionando el carrito al lado de los novios más enamorados del mundo.


Dicho esto y de acuerdo a la fórmula, por azar o fatalidad, terminas detrás de ellos dos, de aquí en adelante, Perfecto y Perfecta. Ella es preciosa, viste ropa exclusiva y es, obviamente, la más delgada. Él es Cary Grant. Buscando sufrir, hacemos aquello que no deberíamos: mirar lo que están comprando. El impacto es inmediato. El contraste, infinito. Cada producto que llevan te hace sentir más sola. Ellos tienen vino tinto y un video. Vos sopa deshidratada y soquetes térmicos. 


Ellos compran carne para el asado, un paquete de yerba mate y espuma para baño. Vos comprás hamburguesas congeladas, café instantáneo y polvo desodorante para pies. Sus packs dobles de yogurt se ríen de tus solitarias botellitas, su bidón de agua mineral mira con soberbia a tus juguitos enanos y sus almendras con chocolate gritan noche de amor. Todas las ofertas les calzan como guante: el desodorante de mujer regala una colonia para él, los tampones sortean un viaje a París y con los puntos de la tarjeta consiguen una frazada de dos plazas.

Cuando la angustia te asfixia y estás a punto de llorar, ves que alguien está peor: una joven mujer pelea con su madre en la caja. Aliviada, pensás que al menos vivís sola. No está tan mal, no hay que compartir el baño, no cocinas para nadie y, si querés, no te depilás.


Apenas te sentís mejor, aparece Cary arrastrando una bolsa gigante de Dog Chow para cachorros. El Labrador del paquete te mira con sus ojazos negros y te sentís la más perdedora del mundo. Falta que compren pintura blanca para el cerco. Pero no van a vencerte, ya están terminando de embolsar y el peligro pasó. De hecho, volvés a sentir una brisa de paz. Vas a meterte en la cama con tus medias nuevas y una taza de capuccino instantáneo. Sos joven, hay tiempo: ya tendrás tu príncipe azul.


Te acercás a la caja y descargás tus cosas, mientras Cary y la delgada terminan de embolsar sus cositas. Él le da su tarjeta de crédito a la cajera. Vos descargás tus croquetas. La cajera pregunta si quieren cuotas. Vos disimulás tu adelgamate. La cajera lo mira, y le pide el número de cédula. Perfecta se adelanta y lo dice de memoria, y todo se vuelve negro, y dejás de oír.
Por Carolina Aguirre*

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*Biografía. Tiene 32 años y se recibió de guionista en la ENERC (Escuela Nacional de realización cinematográfica). Sus guiones de cortometrajes y mediometrajes fueron premiados en diversos festivales y concursos alrededor de todo el mundo (Festival de Rosario, Festival Internacional de nuevo cine latinoamericano de La Habana, San Diego Latino Film Festival, SAVI, Festival independiente de Barcelona, San Francisco Film Festival, Concurso de cortometrajes TVE Versión Española).
Su primer blog, BESTIARIA, un inventario de estereotipos de mujeres, fue finalista por dos años consecutivos del Weblog Awards (2006 y 2007) en Estados Unidos, ganador en 2008 y finalista 2007 como mejor blog en español del mundo en BOBs THE BEST OF BLOGS (Alemania, cadena Deutsche Welle), ganador del premio Intel por Mejor Blog de Arte y Cultura de Latinoamérica, y premiado por la revista Todas por mejor artículo femenino, en España.

Yo te avisé



Cuando mi mejor amiga Belu se mudó a La Plata, el año pasado, para empezar el ingreso de Medicina, lo hizo luciendo su más reciente accesorio: la soltería. Para algunas mujeres, llevarlo encima puede resultar más incómodo que una tanga para esas que usan culotte. Pero ella la llevaba flamantemente. 

Había pasado sus años de secundaria con su primer novio, Nicolás, en una relación que duró casi cuatro años y que terminó porque ninguno de los dos podía sobrellevar el estar a 500 km. de distancia, y cuando pisó la Ciudad de las Diagonales, la cuna del conocimiento y, por tanto, de los estudiantes accesibles y atractivos, arrasó.



Fue entonces cuando llegó Julián. A mí no me caía muy bien, tenía una banda de reggae, pero no era por eso. Al menos, las veces que tuvimos que compartir el mismo ambiente, me daba la impresión de que estábamos lidiando con un nene. Pero ella estaba cómoda y yo, no tenía por qué meterme. Él la quiso endulzar, pero ella tenía bien en claro lo que quería y se lo había dicho ni bien se empezaron a ver: no buscaba una relación seria, sólo alguien para pasar el rato.

De todos modos, él no entendió el concepto con claridad y empezó a hacerle desplantes. ERROR, con mayúscula. A las personas les cuesta demasiado entender que si no hay nada oficial, no hay derecho a reclamos; es como robarle Wi-Fi a tu vecino: si te apaga el módem cuando se va a dormir, no es de forro, es mala suerte. Y, de esta manera, a pesar de la tonelada de buenos momentos que habían tenido juntos, se deshizo de él de la manera más cruel: le quitó el beneficio de la cama y lo desterró a la "friend zone".


Lo peor de todo es que después, se la acusaba de haber jugado con el chico. Cuando, en realidad, ella le había aclarado las cosas antes.  Dicen que el que avisa no traiciona, entonces ¿por qué nos ponemos cómodos en un lugar cuando sabemos que el contrato de alquiler se puede vencer en cualquier momento?¿Acaso no entendemos cuando nos dicen las cosas, o nos creemos el  imaginario colectivo de que con nuestra hermosa personalidad, y nuestro amor infinito, podemos hacer que el otro cambie de opinión? Me encantaría despertarlos yo misma, de semejante mentira, pero esta vez voy a dejar que se respondan a estas preguntas ustedes mismos.


Belu sigue siendo amiga de Julián.

Por Rocío T.

Yo y mis veintitantos



Qué etapa, la puta madre. Son complejos los veintitantos, sobre todo cuando allá en la lejana preadolescencia te imaginabas a dicha edad recibida, con trabajo, auto propio y haciendo viajes por el mundo (enviciada del sistema). Y ya, en esta edad, te ves, todavía estudiando, sin un laburo que te permita dejar la casa de tus viejos y alcanzar esa tan añorada independencia.

Es complejo desde muchos aspectos: querer hacer tantas cosas y no poder, es feo estar condicionado por situaciones tales como el dinero, el tiempo y las obligaciones. Es así y de esta manera cuando me pregunto "¿estoy viviendo o sobreviviendo?", "¿es una etapa?" , "¿o toda mi vida adulta voy a estar así?".Y ante toda esta contradicción de querer disfrutar mi mejor etapa y al mismo tiempo sobrevivir ante todas las obligaciones, se presentan los miedos.

Sí señores, los miedos siempre aparecen para tratar de cagarte la existencia, y empiezan las dudas, los cuestionamientos, los llantos desenfrenados, los días de mierda, los ataques de concha y demás. ¿Por qué? Simple: no sabes si estás yendo por el camino correcto, te equivocás, te caés, cada vez más te cuesta levantarte,  te reís, pensás y decís basta. Y querés volver a esa tan ansiada adolescencia, o peor aún, a la seguridad de la niñez. Pero no, te das cuenta que no podés y más encerrada estás. ¡Y qué cagada!, ¿qué se hace entonces?

La respuesta no la tengo, puedo contarles a ustedes qué es lo que hago yo, que definitivamente no es la solución, pero me ayuda. Escucho música, me fumo un pucho, cierro los ojos, y pienso en que lo que estoy haciendo me va a llevar a un estado de bienestar (otra vez el maldito sistema). Y no funciona, así que practico yoga (esto es mentira, no soy tan top), me clavo los auriculares con un buen rock de fondo, agarro una hoja y escribo boludeces.

Dicen que es la mejor etapa, así que.... no me queda otra que TRATAR de disfrutarla y seguir insistiendo para terminar todo lo que tengo que terminar de hacer (o empezar)...       

Por Lucía Rocha