Quisiera comenzar este escrito con una pregunta indispensable: ¿quiénes de ustedes no ha tenido, alguna vez, en cualquier capitulo de su vida, algún "amor no correspondido"?
Sé muy bien que si nos sinceramos, todos
hemos sido protagonistas de una novela semejante. Nadie se salva de ésta. O
quizás, fuimos sido testigos de la de un amigo muy cercano. La mayoría hemos sido
víctimas inevitables. Digo así porque nadie elige de quién caer
locamente enamorado, de quién depender constantemente, de quién pensar o
decidir quién será el que te "vuele la cabeza". Como nos consuela el más
grande Cronopio, Julio Cortázar, cuando en su libro “Rayuela” dice: "...como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un
rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio...”.
El amor no correspondido es un amor unidireccional, es no-recíproco,
es amor-admiración, es una mezcla con un amor platónico, un revoltijo de
alegría, exaltación, incertidumbres infinitas, desesperación y tristeza
inagotable. Es morirse de las ganas de hacer todo con la persona X y morir en
el intento de llegar a hacerlo realidad. Es no sentar cabeza nunca porque aquel
pibe o aquella piba están sumamente idealizados.
¡Sí, esa es la clave de la cuestión! Porque resulta que para nosotros
son el rey y la reina sin corona de nuestro mundo, son el foquito que da luz a
todo lo demás, la primera carita en que pensamos cuando escuchamos esa maldita
canción cursi y asquerosamente repetida por todas las radios -y por nosotros
mismos, inclusive-. Porque claro, de repente, al señor o a la señorita se le
ocurre algún día –porque sí- saludarnos, decir nuestro nombre, así al paso, sonreírnos
porque estábamos ahí parados cerca de ellos y nos decimos para nosotros mismos: “Listo, ¡le
encanto!, seguro que estuvo pensando en mí últimamente.”
Perdón, no busco ser la aguja que te pinche el globo pero, también, sé
que en alguna esquina de tu inconsciente estás al tanto y sabés que no
recibirás un mensaje de texto sorpresa, donde te confesará su amor
insostenible, o no es el tipo de amor en el cual recibirás una flor o un
chocolate de esos que se dividen en dos y te trae un "poemita" como
un plus de romanticismo. Pero bien, uno se la banca. Sabe qué juego está jugando y sabe que soportara todo en nombre del amor, en el nombre de él/ella.
En este amor no habrá desilusiones: no existen los cuernos, los desgastes, las
excusas baratas.
Sólo unos muy pocos lograrán tener la suerte de llegar a un peldaño
más arriba. A “ser algo”. Muy pocos vivirán la gloria de
encontrar la última pieza del rompecabezas y estallar de alegría. Pero, igualmente, quédense tranquilos, que las historias color de rosa no existen.
Las películas con parejas perfectas, de ensueño, nos muestran sólo un momento
de la relación. Todos tienen sus debilidades, sus desencuentros, sus
imperfecciones.
Lo más sano para todos los que padecen y aman un par de ojos que no
nos devuelven la mirada, es no entregar toda nuestra energía, todos nuestros
latidos a quien no gasta ni un solo instante en pensar en nuestra cara. Usemos
aquellas ganas para abrir otras puertas. Para encontrar otras primaveras.
Aprendamos a observar con todo el sentido de la palabra. Porque seguramente
exista esa otra persona que se esté volviendo loca por enamorarte.
Hay dos misiones en nuestras vidas: sobrevivir, y ser amado.
Hay dos misiones en nuestras vidas: sobrevivir, y ser amado.
http://siempre-empezoallover.blogspot.com/
Para mi,el orden sería sobrevivir y dsps ser amado...jejej..
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